¿Por qué la Ciudadanía debe reeducarse y asumir mejorar su papel en la sociedad civil?


Escrito por:

Yolanda Salamanca Pinilla.
Creadora de Lideres F4 (Fe-Familia-Fuerza y Fuente).
Abogada Uniciencista, Trabajadora Social.
Especialista es Gestión Humana.


Los Estados, como lo es el colombiano que se ha distinguido por ser gubernamentalista, convocan a unos ciudadanos a elecciones presidenciales, senado, cámara, alcaldías, asambleas y concejos, y a otros niveles menores. Durante ese tiempo cada elector es el más importante para aquél que se hace llamar líder político, pero en realidad no son más que fichas, no como las del ajedrez que cada una tiene su esencia y misión, sino comodines que mueven a su antojo, los envían de aquí para allá, solos, en parejas, o en grupos de avanzadas como es la última moda, y después de que son elegidos desmontan sus llamadas “casas políticas o directorios”, como si se levantara la carpa de un circo y abandonan su electorado; ya no hay sedes, tan solo queda uno que otro afiche. En resumen, es nada alentador lo que sucede.

Ahora acordémonos de los ciudadanos de a pie, aquellos que ayudaron, se asolearon, quedaron sin voz, y dieron su tiempo quizá por cincuenta o cien mil pesos, sumas con las que al final los transan, o con llevarlos a unas de las atracciones v.gr. Panachi, que son del Estado, son Publicas, levantadas con el erario público, pero luego privatizadas según sus intereses particulares. Les dan una vuelta, un almuerzo y ya, el final de la novela.

A estas personas les estamos tratando de hacer un llamado, no para que se incorporen a un movimiento, el nuestro, ¡no lo tenemos! ni tampoco hoy se va a conformar. Menos para prometerles cosas sin sentido, ni lógica, ni ética, ni estética, ni mano firme, ni acuñadas frases bonitas pero vacías, tales como “Santander en Serio”, “Mano tendida y pulso firme”, “Todo por un nuevo país – paz, equidad y educación”- bueno, a esta última se le puede reemplazar “el todo” por “a medias”, o algo, en eso estamos, así que no se puede cerrar el eslogan aun, se avanza, pero hay mucha deuda pendiente con los colombianos y las colombianas. No obstante lo anterior, hay que reconocer que se han dado algunos pasos importantes para mejorar. Esas personas ya tienen equipo, ya pertenecen donde es, ya cuentan con dos hermosas palabras que han sido olvidadas, esas personas que somos ustedes y yo, conformamos la S O C I E D A D C I V I L. Qué hermosas y atropelladas estas palabras.

Esa persona que hace parte de la sociedad civil, es quien paga impuestos, paga demandas contra el estado, es desplazada, conforma los grupos de víctimas, aporta los muertos, los falsos positivos, los soldados y civiles mutilados por las minas, es la sociedad olvidada, en ella están para citar algunos los grupos de: académicos, los afrodescendientes, las amas de casa, las asociaciones, los campesinos, los comerciantes, los clubes sociales, los colegios profesionales, los cooperativistas, los docentes, los deportistas, los ecologistas, los empresarios, los estudiantes, las distintas etnias, los familiares de desaparecidos, las fundaciones, los grupos religiosos, los indígenas, los jóvenes, los maestros, las mujeres, las madres cabeza de familia, las madres comunitarias, los obreros, las organizaciones barriales, las organizaciones no gubernamentales ONG, las organizaciones sin ánimo de lucro, los periodistas, la población LGBTI, los pobladores, los sindicatos, las tercera edad, las universidades y los vecinos. Entonces pregunto ¿dónde están? ¿A quién siguen?, ¿qué interés general están defendiendo?, ¿conocen y respetan la Constitución Política?...

No voy a extenderme porque se trata de llamar su interés, o quizá inquietarlos con el tema, porque pase lo que pase, la vida continua; pero dentro de esta llamada sociedad civil quiero dirigirme a los colegas abogados y abogadas y para ello a manera de reflexión me apoyo en Ángel Osorio que escribió un libro sobre la abogacía, sus ideas extractadas de un artículo expresan en ocho temas los siguientes aportes:

Que es ser abogado: para poder ejercer la profesión de “abogado” debe dedicar su vida a dar consejos jurídicos y pedir justicia en los tribunales, y quien no haga esto será todo lo licenciado que quiera, pero abogado no.

De la fuerza interior: afirma que el hombre, cualquiera que sea su oficio, debe creer principalmente en sí. La fuerza que en sí mismo halle no la encontrará en ninguna otra parte, en nuestro ser se encuentra la fuerza de las convicciones, la definición de justicia, el aliento para sostenerla, el sobre estímulo para anteponerla al interés propio, menciona que el abogado tiene que comprobar a cada minuto si se encuentra asistido de aquella fuerza interior que ha de hacerle superior al medio ambiente; y en cuanto le asalten dudas en éste punto, debe cambiar de oficio.

De la sensación de justicia: ser abogado no es saber Derecho, sino conocer la vida. El derecho positivo esta en los libros, pero lo que la vida reclama no está escrito en ninguna parte. Quien tenga previsión, serenidad, amplitud de miras y de sentimientos para advertirlo, será abogado; quien no tenga más inspiración ni más guía que las leyes, será un desventurado mandadero. La Justicia no es fruto del estudio, sino una sensación.

Ángel cita al novelista Henry Bordeaux. Henry refiere que cuando visito al escritor Daudet y le manifestó que estaba de estudiante de derecho, este le dijo: “Las leyes, los códigos no deben ofrecer ningún interés. Se aprende a leer con imágenes y se aprende la vida con hechos. Procure ver y observar. Estudie la importancia de los intereses en la vida humana”.

De la Moral: La abogacía no se cimienta en la lucidez del ingenio, sino en la rectitud de la conciencia. Malo será que erremos y defendamos como moral lo que no es; pero si nos hemos equivocado de buena fe, podemos estar tranquilos. Cita al novelista Collete Iver “nuestro oficio ¿es hacer triunfar la justicia o a nuestro cliente? ¿iluminamos o procuramos cegarle? Cuando un abogado acepta una defensa, es porque estima – aunque sea equivocadamente- que la pretensión de su tutelado es justa, y en tal caso al triunfar el cliente triunfa la justicia y nuestra obra está encaminada a iluminar.

De la Sensibilidad: el abogado no puede ser ni frio ni emocionable. Quién no sepa de dolor, ni comprenda el entusiasmo, ni ambicione la felicidad. ¿cómo acompañara a los combatientes? Y sin embargo ¿es lícito que tomemos los bienes y males ajenos como si fueran propios, y obremos como comanditarios del interés que defendemos? De ningún modo. La sabiduría popular ha dicho acertadamente que “pasión quita conocimiento” y “nadie es juez en causa propia”.

De la independencia: el abogado no depende más que de sí mismo. El hombre es libre, en toda la extensión de la palabra. Solo pesan sobre él las servidumbres voluntarias, ninguna autoridad exterior detiene su actividad individual, a nadie da cuenta de sus opiniones, de sus palabras ni de sus actos.

Del trabajo: todas las horas son buenas, pero más especialmente las primeras de la mañana, desde las 6:00 a.m. hasta las 10 a.m. la razón, a partir de las 10 de la mañana nadie dispone de sí mismo. La consulta, la conferencia, las diligencias, y visitas, la familia, la vida de relación y las necesarias expansiones del espíritu, consumen nuestro tiempo. Hay que trabajar con gusto logrando acertar con la vocación y viendo en el trabajo no solo el modo de ganarse la vida, sino la válvula para la expansión de los anhelos espirituales, el trabajo es liberación, exaltación y engrandecimiento.

De la Palabra: por la palabra se enardecen o calman ejércitos y turbas; por la palabra se difunden las religiones, se propagan teorías y negocios, se alienta al abatido, se doma y avergüenza al soberbio, se tonifica al vacilante, se viriliza al desmedrado. Las solas palabras de Cristo, bastaron para derrumbar una civilización y crear un mundo nuevo. Los hechos tienen, sí, más fuerza que la palabra; pero sin las palabras previas los hechos no se producirían. Abominen de la palabra los tiranos porque les condena, los malvados porque les descubre y los necios porque no la entienden. Pero nosotros, que buscamos la convicción con las armas del razonamiento ¿Cómo hemos de desconfiar de su eficacia?

En este orden de ideas, tal como se reflexiona ahora para los abogados y abogadas, pueden seguir los demás integrantes de la Sociedad Civil; para cada quien que esté siguiendo estas líneas, nos asiste la obligación de cumplirle con esmerada firmeza, con conocimiento de causa, con deber de patria, con mandato divino, nuestro deber de ciudadanos, y ciudadanas. Hoy estamos abriendo el espacio para la reflexión y para que mejoremos cada día nuestros roles sociales, y ayudemos a mejorar el alma del mundo.

Si cada persona ignora o es indiferente para asumir un redireccionamiento de su propia existencia, para ayudar, para cuidar, para compartir, para asegurar a las generaciones de infantes y jóvenes de hoy y a las futuras una sociedad más equilibrada y más sana, la sociedad seguirá en declive, y cada una de esas personas estará ayudando con su actuar a obtener los mismos mediocres resultados hasta ahora obtenidos. Cada uno y cada una, tiene en sus manos, en sus elecciones y decisiones, si deciden mejorar, seguir igual o seguir mediocres.


El Amor es la fuerza que transforma y mejora el Alma del Mundo.
(Paulo Coelho El Alquimista- 178)

 

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