Cuatrienio legislativo después del 11 de marzo de 2018


Escrito por:
Yerly Sulay Orozco Barajas.
Abogada Uniciencista.


A propósito de las elecciones recientemente celebradas de representantes de la Rama Legislativa (Cámara y Senado), el país acaba de atravesar por una multiplicidad de propuestas políticas contentivas de promesas y como es costumbre, publicidad por doquier, invadiendo el espacio público y a la vista de cualquier ciudadano, citadino, campesino y hasta extranjero que diera un leve recorrido por nuestras ciudades y poblaciones intermedias. Como en un mundial futbolístico, asomaban las candidaturas marcadas por su “tono” de preferencia e ideología política que matizaría su corriente por el cuatrienio siguiente. Aún sin culminar tan anhelado día para los actores, y antes de iniciar el conteo en las comisiones escrutadoras, ya se daba por sentado quiénes eran los aspirantes con aroma de triunfo y por ende sus avanzadas, las que presuntamente se nutren del pago de los recaudos públicos y además esperanzan el cumplimiento de promesas formuladas por los candidatos, convierten la “democracia” en un arte pasional al punto de casi desgarrarse sus vestiduras por la defensa de su causa y hacer de las redes sociales un centro de debate en defensa de su corriente política y desde luego de sus representantes. Y, resulta interesante plantear que tras el resultado electoral del pasado 11 de marzo se pueden analizar al menos cuatro aspectos importantes: uno el tema de las consultas, otro el de cómo quedo el mapa del congreso, en tercer lugar el de los candidatos “quemados” y finalmente el de los “cuestionados quemados”.

Referido a la “Gran consulta por Colombia”, Con el (99,67%) por ciento de las mesas escrutadas, Iván Duque se impuso como ganador, en la consulta donde competía junto a los también aspirantes presidenciales Marta Lucía Ramírez y Alejandro Ordóñez. El candidato del Centro Democrático obtuvo una gran diferencia frente a la candidata que lo adversó en la contienda electoral, por lo que estos resultados no son de extrañarnos, teniendo en cuenta que el uribismo es la corriente política que domina en el interior del país, con mayor fuerza en Antioquia, de donde es oriundo el fundador y líder del Centro Democrático, ex presidente Álvaro Uribe.

Por otro lado al analizar el mapa del Congreso de la Republica, claramente se evidencia un panorama bastante polarizado e interpartidista en el que se demuestra con cifras la influencia que ha alcanzado el Centro Democrático. Igualmente se observa que hubo un abstencionismo del 53%, lo que a su vez genera que serán unos pocos los que tomarán las iniciativas de lo que será la legislación de nuestra patria a lo largo del próximo periodo. Al realizar una visualización del Congreso vale la pena realizar este análisis en el que su composición contará con más candidatos de la “derecha” que en los últimos años haya tenido Colombia, pero que a su vez, es el Congreso con mayor número de expresiones políticas distintas pues allí se encontrarán diez (10) candidatos del Partido Verde, cinco (5) del Polo, catorce (14) de la U, cuatro (4) de la decencia y tres (3) del Partido Mira, lo que supera la veintena de curules en poder de estas fuerzas alternativas y (14) del Partido Liberal. En la denominada “derecha” se encuentran los diecinueve (19) congresistas del Centro Democrático, los quince (15) Conservadores y dieciséis (16) de Cambio Radical. Lo que resulta sustancialmente beneficioso para el partido Cambio Radical al subir sustancialmente de 9 a 16 curules, ganando 7 escaños nuevos este año. En el mismo sentido se dobla la proyección del Partido Verde que aumenta de cinco (5) a diez (10) curules.

De otro lado el candidato presidencial Sergio Fajardo, por la coalición Colombia, es la tercera fuerza política del país con 15 congresistas, por encima del Partido Liberal, de la U y los Conservadores. Otro aspecto relevante que se puede dilucidar de los resultados del día después del 11 de marzo, es que el Centro Democrático decrece, quedando estancado en las mismas 19 curules que tenía en el período pasado, y lo que es aún más impresionante, es que la denominada “izquierda”, a pesar de ir prácticamente fragmentada, logra coronar dos listas. No obstante, diversas sorpresas surgen con la pasada contienda al encontrarse en el pabellón de “incinerados” una lista de “veteranos” políticos, incluso algunos que estuvieron en la legislatura que culmina este 20 de julio y otros con mucho reconocimiento en sus respectivos partidos: el coronel retirado Luis Alfonso Plazas Vega, candidato por el Centro Democrático y otros reconocidos correligionarios suyos; por el partido Cambio Radical se quemó el senador Bernabé Celis, con 49.237 votos; el ex magistrado del Consejo Superior de la Judicatura, José Ovidio Claros, quien habiendo renunciado a su cargo esperaba con ansias ocupar su silla política, tan solo por mencionar algunos. Finalmente, en lo único que estamos de acuerdo todos en el territorio colombiano es la esperanza que a lo largo de este periodo que iniciará el próximo 20 de julio, sea la Constitución Nacional la que predomine aparejada con la legalidad, reprobando los lazos de corrupción y negándose a admitir en su articulado sesgos, inoperancia y desvergüenza como políticas de Estado y en contra del mismo pueblo. Será en esta nuevo Congreso en quienes recaerá la obligación de señalar las directrices a conveniencia única de la nación, tal y conforme reza el artículo 50 de nuestra Carta Magna, procurando debatir solo en favor de las mayorías lo concerniente a alguna nueva legislación o reformas en materia laboral, privatizaciones, seguridad social, tributos, etc., el ejercicio cabal del control político al ejecutivo y cumplir con responsabilidad lo que corresponde a nombramientos que le competen por ley.

Todo lo anterior se irá aparejando a lo largo del camino, cuando junto al ahora candidato y futuro presidente (cualquiera que sea), actuando como Jefe de Estado, Jefe del Gobierno y Suprema Autoridad Administrativa, se logre cambiar el rumbo de lo que queda de los acuerdos definitivos, brindando igualdad y asegurando siempre el orden político, económico, social y justo, con el fin de lograr la integración de la que se habla en nuestro preámbulo constitucional, para lograr hacer de Colombia un verdadero Estado Social de derecho.

 

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