- Boletín 11
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El Derecho de las responsabilidades
Escrito por: Wilson Yesid Suarez Manrique
Doctor en Estado de Derecho de la Universidad de Salamanca
Tolstoi en “El padre Sergio”, recrea las transiciones que llevaron a Stepán Kasatski a convertirse en el Padre Sergio y las circunstancias que lo movieron a su desalmado y realista desenlace.
Santiago Gamboa, en el “Síndrome de Ulises”, narra lo siguiente “Por esa época la vida no me sonreía. Más bien hacía muecas, como si algo le provocara risa nerviosa.”
Dostoyevski en “El idiota”, propuso al príncipe Myshkin, particular personaje que, según el propio escritor ruso, pretendía representar un hombre bueno, un hombre virtuoso, que, de cierta forma, se desmarcaba del protagonista de “Crimen y Castigo”.
Los diferentes modos como se piensan los paradigmas constitucionales presentan mutaciones, variaciones e inestabilidad, situaciones de acomodación y de asimilación que son intrínsecas al modelo constitucional. Las mutaciones son una lucha por la evolución.
Entonces, la alegoría de la crisis del Estado Constitucional es un proceso connatural al sistema constitucional, es la forma como el sistema se acomoda y responde a las presiones internas y externas.
Como lo ocurrido al Padre Sergio, el sistema constitucional debe ser más realista, más práctico, más humano y menos ideológico.
Que en esta época el Estado Constitucional, para el caso de Colombia, no sonría sino que haga muecas, en parte se deriva de los presupuestos en los que se fundó, de las preguntas las que quiso responder, los modelos de hombre que presupuso, la apertura de la constitución, su carácter analítico y la multiplicidad ideológica, lo cual no siempre permite lograr los supuestos necesarios para lograr acuerdos básicos y fundamentales.
Una de las vías para la acomodación y asimilación del Estado Constitucional, debe pasar por repensar y reenfocar los deberes constitucionales de los ciudadanos. La viabilidad del Estado Constitucional presupone especiales deberes de los ciudadanos, se necesitan más personajes como el príncipe Myshkin y menos como Raskólnikov. El derecho de los derechos, debe repensarse desde el derecho de las responsabilidades.