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Cambio Climático y Suelo en el Ordenamiento Territorial urbano-rural
Escrito por: Wilfer Gamboa Benítez.
Abogado Universidad Santo Tomas.
Cursando Especialización, Derecho Urbano.
Diplomado en Contratación Estatal.
Enseñándole lenguaje a una piedra de la utopía a la distopia climática, el artículo 3 de la ley de desarrollo urbano de Colombia, Ley 388 de julio de1997, define al urbanismo como una función pública para alcanzar un conjunto de fines, entre los que destacan:
… 2. Atender los procesos de cambio en el uso del suelo y adecuarlo en aras del interés común, procurando su utilización racional en armonía con la función social de la propiedad a la cual le es inherente una función ecológica, buscando el desarrollo sostenible…
La ideología del progreso y el crecimiento sin límites topa con la ley límite de la naturaleza, iniciando así la resignificación del mundo para la construcción de una racionalidad alternativa. La racionalidad-ambiental reconstruye y explora la dialéctica de lo uno y lo otro en la construcción de una sociedad sostenible y sustentable. Ello implica no sólo la desconstrucción del pensamiento único como eje rector de la construcción de ciudades adaptables al cambio climático, La racionalidad ambiental deconstruye a la racionalidad positivista re-construyendo para equilibrar reflexivamente diálogos hermenéuticos distopicos llevándolos hasta el límite de su resignificación, donde quedan atrapados en su propio laberinto teórico y discursivo, tal como lo ratifica el primer Wittgenstein “los límites de mi lenguaje significan los límites de mi mundo” pero necesitamos descubrir sus puntos ciegos y encontrar la puerta de salida entre las sombras de lo impensado y lo que queda por pensar superando esos límites entre dos lenguajes entre lo univoco y equivoco en donde la construcción de la realidad quede sometida a una simple ley o un relativismo axiológico, estos paradigmas hiper-racionales han empezado a resquebrajarse inundados por islas de irracionalidad. Al construir nuevas redes de significación entre el lenguaje y la realidad se abren caminos en los suelos para hablar con las piedras para labrar territorios de vida climática.
De planificación y del adecuado desarrollo del territorio escribía Voltaire en una carta a J. J. Rousseau, Voltaire escribe:
“(Sin dejar su tema de Lisboa, convenga, por ejemplo, que si la naturaleza no hubiera reunido allí veinte mil casas de seis o siete pisos, y que si los habitantes de esta gran ciudad hubieran sido también más dispersados y más esponjadamente alojados, el daño hubiera sido mucho menor y posiblemente ninguno. Todos habrían huido al primer temblor, y los hubiéramos visto al día siguiente a veinte leguas de allí alegres como si no nada hubiera pasado. Pero tuvieron que quedarse, alrededor de las casuchas, exponerse a nuevas conmociones, porque lo que se dejaban valía más que lo que podrían llevarse. ¿Cuántos desgraciados perecieron en este desastre por querer aferrar uno sus ropas, el otro sus papeles, otro su dinero?)”
Estamos, indudablemente, ante una reivindicación de la validez de la toma de decisiones y la planificación del cambio climático incluso en situaciones de enfrentamiento a la incertidumbre. Si la forma y estructura urbana hubiese sido otra, si el comportamiento de sus habitantes otro, las consecuencias hubieran sido completamente distintas, la idea es dejar de poner énfasis en el equilibrio para pasar a interesarse por los desequilibrios-racionales tal como lo proponen los teoricos-matematicos de las catástrofes, Rene Thorn argumenta discontinuidades abruptas las cuales conducen a una imprevisibilidad efectiva en los sistemas por lo que pone en cuestión tanto nuestro modelo de habitar como nuestro modelo de toma de decisiones sobre cambio climático supuestamente racional-deductivo y coherente sobre el modo de habitar en un marco de incertidumbre creciente.
Porque la incertidumbre no sólo no invalida la planificación, sino que la hace más imprescindible. ¿Y si es necesario un nuevo paradigma de conocimiento y planificación que nos permita habitar la incertidumbre de la adaptación climática? Se trata, siempre de reprimir la incertidumbre, aumentando exponencialmente los mecanismos de seguridad para aumentar la sensación de estar libre de riesgos El sistema mundo evoluciona. Dicha evolución no puede ser anticipada con precisión, diseñada, pero sí re-orientada, planificada. La planificación del hábitat en el siglo XXI debe ser el gran reto común, acaso en un marco de deseo como puede ser el conjunto de Objetivos de Desarrollo Sostenible, pero incluso mirando más allá, proyectándonos varias generaciones en el futuro. Se trata de postular una nueva manera de planificar el calentamiento del planeta dando como respuesta un nuevo pacto con la naturaleza, aunque suene paradójico de planificar en tiempos de incertidumbre como única manera de ser capaces de habitar la incertidumbre. Thorn ha señalado que una posible, respuesta debería apuntar a considerar como explicativo a todo cuerpo teórico que permita un decremento en la arbitrariedad de la descripción de un conjunto de datos empíricos. Desde este punto de vista no se tiene una explicación a menos que el modelo asocie el fenómeno, analógica o formalmente, a situaciones de mayor generalidad. Una teoría que reuniera esta característica sería a la vez una generadora de modelos. Desconoce los factores de riesgo y las consecuencias que conllevan el desequilibrio o la inestabilidad que se produce en cada uno de ellos de forma persistente.
Al referirnos al cambio climático, estamos pensando en los efectos que se producen en la Atmósfera como consecuencia del efecto invernadero o lo que es lo mismo subida de la temperatura de la atmósfera como resultado de la concentración de gases, principalmente dióxido de carbono. Un importante factor de desequilibrio de las condiciones necesarias para la vida y está siendo provocado por la actividad humana pero poco hablamos y mucho menos conocemos, o como lo dice acertadamente el primer Wittgenstein “de lo que no se puede hablar es mejor callar” esto sobre la contribución del suelo, en relación, no solamente del clima, sino también a la vida de los seres vivos. Las funciones del suelo, a pesar de la importancia fundamental que suponen para el ecosistema y la economía, se dan por supuestas y se consideran abundantes, al contrario de lo que ocurre con el aire y el agua, la degradación del suelo a menudo pasa desapercibida, ya que es un proceso lento que rara vez tiene efectos alarmantes inmediatos, la sensibilización acerca del suelo plantea todo un desafío.
La mayor parte de las cuales podría evitarse con una labor de rehabilitación La desertificación, la degradación de la tierra y las sequías afectan a más de 1.500 millones de personas en más de 110 países además desaparecen anualmente 24.000 millones de toneladas de tierra vegetal, el problema es que somos con una sociedad cada vez más urbana, muchas personas han perdido contacto con los procesos que conducen a la producción de alimentos sin apreciar el papel que juega el suelo. Conceptos como ciclo de nutrientes y manejo de materia orgánica, que son críticos para la fertilidad del suelo y la producción de alimentos, son un misterio para la mayoría de nosotros. Tan solo un 2,5% de toda el agua existente en el planeta es agua dulce y el 70% de esta agua es empleada en agricultura, es aquí donde empezamos a entrever la relación directa entre estos dos elementos vitales. Agua-suelo Aún queda mucho por hacer, especialmente en lo referido a mejoría de las características del suelo no solo en relación al uso y consumo neto de agua sino a impedir que las pérdidas por infiltración o escorrentía para que sean mínimas, no podemos olvidar que el agua infiltrada incorpora elementos tóxicos. El riego es el mayor productor mundial de aguas residuales a nivel mundial, las tierras agrícolas reciben anualmente cerca de 115 millones de toneladas de fertilizantes nitrogenados minerales.
En el día mundial del suelo 5 de diciembre la ONU con respeto al suelo subrayo “Ello se debe a que estos terrenos reducen la disponibilidad de micronutrientes y la capacidad de los cultivos para absorber agua. A todo esto se suma el hecho de que los suelos con salinización reducen su habilidad para filtrar contaminantes, pudiendo hasta concentrar partículas tóxicas para las plantas y degradar la estructura del suelo.” El Riego genera escorrentía de sales, que da lugar a la salinización de las aguas superficiales; escorrentía de fertilizantes y plaguicidas se filtran hacia aguas subterráneas, con efectos ecológicos negativos además la tala indiscriminada provoca erosión de la tierra, lo que da lugar a elevados niveles de turbidez en los ríos, produciendo perturbación y cambio del régimen hidrológico, el resultado es problemas de salud pública debido a la pérdida de agua potable.
El suelo, junto al agua y el aire, son elementos de soporte básico de la Humanidad, por lo tanto tendremos inexorablemente que adaptar sus características actuales de uso y manejo a las necesidades y demandas de equilibrios medioambientales en tiempo de incertidumbre sobre cambio climático se necesitan nuevas conceptualizaciones creando palabras para un nuevo lenguaje de racionalidad-ambiental hacer cosas con las palabras significa para John Austin, que existe un quiebre entre las palabras y las cosas, es decir, una brecha que posibilita que el saber se configure históricamente de distintas maneras, como sostiene el segundo Wittgenstein ”juegos del lenguaje” hay múltiples juegos de lenguaje.