Panorama de los conflictos armados modernos


Escrito por: Luis Manuel Arroyo Martínez.
Administrador de empresas – Uniciencia Montería.
MBA en dirección de empresas – EUDE Business School.
Asesor en acceso y seguridad humanitaria.


Los conflictos armados son una forma de relacionamiento social, si bien bélica y que produce de por sí, un vencedor capaz de imponerse sobre otros a fuerza de sometimiento utilizando diferentes estrategias, herramientas e incluso normas, ha sido una constante en los diferentes periodos de la historia de la humanidad. Las primeras civilizaciones atacaban o se defendía utilizando armas rudimentarias como piedras, partes de árboles o sus propias manos, pero con el pasar del tiempo, la innovación y la creatividad fueron aportando nuevas herramientas con las cuales las personas podían hacer daño y generar control en sus semejantes. Sin embargo, algunas culturas, ejércitos y personas se rebelaron ante la posibilidad que en la guerra todo estuviera permitido, ya que el sentido humano merecía respeto y una protección superior a las ventajas que pudiera ofrecer una victoria, ante esto surgieron y se extendieron lo que hoy conocemos como las normas convencionales y consuetudinarias del Derecho Internacional Humanitario (DIH) y cuya aplicación ha salvado y protegido muchas vidas humanas.

En la actualidad se suele hablar de conflictos armados tras la creación de la Organización de las Naciones Unidas (ONU) como una forma de paliar las consecuencias humanitarias que de ellas se desprenden y como una forma civilizada de zanjar las diferencias entre las partes en conflicto. No obstante, esto siempre no es posible, conllevando a enfrentamientos no sólo en el campo militar, sino en el político, comercial, social e incluso actualmente en el de la opinión pública, apalancado con el auge de la tecnología, la internet y las redes sociales; con la constante, que todos generan consecuencias humanitarias en los aspectos sociales, familiares, de salud, desarraigo y muchas otras que los medios de comunicación y las organizaciones humanitarias han puesto de relieve en sus informes.

Si nos preguntamos por conflictos armados actuales, inmediatamente nos fijamos en Ucrania y Rusia, y desde luego nos vamos a la Franja de Gaza con Israel y Palestina, en cuyos casos las cifras de muertos son escandalosas y que han acaparado la atención mundial e incluso con la vinculación voluntaria de combatientes, motivados por una creencia de lucha de causa justa. Marca especial interés, ¿por qué otros conflictos en desarrollo no ganan espacios en los medios de comunicación o en las agendas de conferencias notables de países considerados potencias mundiales?, y destacamos entre otros el de Burkina Faso en el norte de África el cual se da entre fuerzas del gobierno y grupos insurgentes islámicos, el Somalí que se intensificó en el 2022, en Sudan unas 9,000 personas han muerto a raíz del conflicto entre las fuerzas militares y un grupo paramilitar, en Myanmar que desde 1950 tiene marcada presencia de grupos armados, pero fue en 2021 bajo el golpe de estado que se dio en dicho territorio, que se incrementó la violencia dejando graves consecuencias humanitarias, entre otros conflictos que se encuentran a miles de kilómetros de nuestro territorio; el continente americano no queda de lado, recientemente, encontramos el brote de violencia y las acciones del gobierno ecuatoriano que conllevaron a declarar conflicto armado interno, para con esta medida contrarrestar las acciones de grupos armados, y obviamente tenemos el conflicto armado interno colombiano.

El DIH en su articulado de los convenios de Ginebra plantea que los conflictos armados pueden ser internacionales y no internacionales, los primeros desarrollados entre dos o más países y los últimos cuando se desarrollan al interior de un estado y en el que generalmente se enfrentan grupos armados disidentes contra las fuerzas estatales; y yendo a aspectos más puntuales en relación con el tipo de conflicto armado, se hace necesario enfocarnos en los protocolos adicionales I y II de 1977, los cuales se enfatizan en conflictos armados internacionales, es el caso de protocolo I y en los internos el protocolo II, y de soslayo no debemos dejar de mencionar el articulo 3 común, que es considerado un mini convenio, ya que contiene las normas esenciales del DIH, esto nos lleva a mencionar que las normas consuetudinarias aún mantienen una alta aplicabilidad según estudios adelantados por el CICR, estas normas no escritas y con aplicabilidad como las convencionales gozan de especial atención y cumplimiento según las costumbres locales.

Los conflictos armados contemporáneos generan grandes desafíos por la transversalidad de varios temas y complementados por la realidad mundial existente, esto es, el uso de drones con capacidad balística y de lanzamiento de explosivos en zonas altamente concurridas y complejas, la inteligencia artificial y su uso militar, que carece de aspectos morales y éticos pero con decisión sobre la vida o muerte de personas, la influencia del cambio climático y el dominio sobre el medio ambiente, siendo el agua un bien preciado por el cual es capaz que se libren grandes batallas, o un oxigeno libre de los contaminantes industriales, el petróleo y bienes preciosos que puede ser detonante para movilizaciones y masacres humanas, razones políticas o creencias religiosas antiquísimas que aún no han podido ser resueltas, brotes locales de inconformidad ciudadana, que provoca enfrentamientos que cuestan la vida de innumerables personas, el temor por el avance tecnológico y su relación con armas biológicas desarrolladas en laboratorios de alta tecnología, no significa que las armas tradicionales no se estén utilizando, todavía están a la orden del día según la capacidad económica de los enfrentados; a pesar de todo esto, es importante volver la mirada a otras guerras que se libran en el ciber espacio, y resaltamos los hackers y sus múltiples ataques virales y virtuales, y más recientemente la redes sociales, como arma de guerra para mostrar las atrocidades de los adversarios o por el contrario generar un sentimiento o una opinión de razón y con ello el voto de apoyo.

Finalmente, nos apalancamos en el DIH y demás convenciones que buscan darle un alto sentido a la vida humana, si bien el DIH no prohíbe los conflictos armados, sí exhorta a los participantes y combatientes a definir objetivos militares claros y que efectivamente lleven a una ventaja militar definida, dejando de lado la población civil y los bienes civiles, culturales y de protección especial, en últimas bienes de supervivencia para la especie humana; ya que de lo contrario, las consecuencias humanitarias se exacerban en tal medida que el sufrimiento humano es incalculable, las necesidades de alimentación, agua, salud, protección y las violencias basadas en el género, la etnia y la religión, engrosan las listas, siendo la principal afectación, aquellas contra la vida de las personas. A raíz del interés o desinterés por un conflicto armado, las organizaciones humanitarias pueden verse sobre pasadas en gran medida ante tantas necesidades de las personas, en razón a esto, poner en público estos conflictos genera recursos para cubrir las necesidades que se generan de dicha contienda, pero, ¿qué pasa con aquellos que engrosan los subregistros, que no son de interés de las super potencias?, la pregunta se responde por sí sola.


 

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