- Boletín 4
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Ética y emprendimiento
Fernando Aurelio Guerrero Doctorando Universidad Externado de Colombia Docente Uniciencista, Internacional Público y Filosofía del Derecho |
Michael J. Sandel, profesor en la Universidad de Harvard, uno de los autores de referencia en el ámbito de la filosofía política de Estados Unidos, en 1892 con su tesis doctoral en Oxford1, analizó de manera crítica el modelo liberal, el cual se funda en el baluarte ético de no imponer una única forma de vida, en cambio permitir a los individuos elegir de la manera más libre posible sus propios valores y propósitos, y por ende prohibir al gobierno de turno revisar principios de justicia para una visión particular de lo que es una buena vida, logrando cerrar con candado la posibilidad de perseguir principios de justicia como ideal moral y político.
La crítica al liberalismo es difícil, dado que su desarrollo es muy fuerte y es casi imbatible en el terreno de sus logros y ventajas, responde, primero, con el imperativo de que los individuos están protegidos de los otros, y del poder con sus abusos y manifestaciones casi enfermizas, y segundo con el imperativo de que garantiza que el sistema sea lo suficientemente abierto y tolerante para que en él puedan convivir todas las diferentes visiones de la vida y de lo bueno.
Con todo, en tiempos de debate ético, se evidencia que el liberalismo evade muchas preguntas, no se cuestiona sobre los desafíos como sociedad, sobre capacidades para asumir desafíos colectivos, o competencias para alcanzar logros colectivos y habilidades para sostener su propia cohesión. En cambio, el liberalismo ha propiciado individualistas radicales, convencidos de la idea de sociedad de libertades, de individuos libres respetados en su diversidad y con garantías frente al abuso de poder, atributos al parecer suficientes para ser una justa y buena sociedad.
Basta poner como ejemplo el ciclo del emprendimiento para analizar críticamente la suficiencia de la ética del liberalismo. La experiencia de la escuela ostenta una alta presión que los estudiantes de hoy en día tienen que soportar y sobrevivir con el fin de llegar a la meta, la intensa atmósfera y la hipercompetitividad, se lleva al proceso de admisión en las universidades selectivas, lo cual irradia al mismo sector del emprendimiento profesional. Esto conduce a la creación de un tipo de sociedad, en donde la sensación de emprendimiento y mérito, se gestan bajo un desierto moral, el cual se conecta con la idea de que “tengo lo que tengo en virtud de mi esfuerzo”2 .
Según Sandel, el emprendedor después de pasar por una zona de guerra psíquica intensa y competitiva, a veces con años de estudio llenos de presión o con una lucha por conseguir un lugar a base de conocimiento empírico, llega a una estabilidad, donde es difícil salir de ese éxito sin haber absorbido el supuesto de que todo es producto del esfuerzo propio. Pero ¿merecen sus recompensas?, ¿merecen su éxito?, ¿qué conexión hace falta para la fórmula del éxito contemporáneo?, ¿es parte de una concepción de una buena vida de la competencia?.
En el curso de la filosofía, según Sandel, se pueden explorar tres maneras de enfocar la justicia para evaluar nuestra realidad imperante. Una dice que la justicia consiste en maximizar las utilidades o el bienestar o la mayor felicidad para el mayor número; la segunda dice que la justicia consiste en respetar la libertad de elegir o de las elecciones hipotéticas que se harían en situaciones de igualdad; la tercera dice que la justicia supone cultivar la virtud y razonar en colectivo acerca del bien común, el significado de la vida buena y crear una cultura pública que acoja las discrepancias que inevitablemente surgirán. Vale la pena echarle un vistazo a cada una en diálogo con el enfoque teórico y práctico del paradigma de emprendimiento actual.
1 Michael Sandel (2000), El liberalismo y los límites de la justicia, Gedisa editorial, Primera edición 2000, Barcelona
2 Michael J. Sandel (2011), Justicia. ¿Hacemos lo que debemos?, Editorial Debate, Bogotá